La demanda de traviesas de hormigón se originó por la falta de madera acaecida durante la Segunda Guerra Mundial. En primer lugar se llevaron a cabo intentos utilizando hormigón armado, pero no tuvieron mucho éxito. En el año 1943 se comenzó en el Reino Unido a probar las traviesas de ferrocarril de hormigón pretensado, un método relativamente nuevo para aquel tiempo, que intentaba solucionar el problema de que el hormigón normal solo puede soportar tensiones de tracción reducidas. Estos ensayos tuvieron éxito y en ese mismo año se construyó la primera fábrica para la producción de traviesas de hormigón pretensado. Los carriles de doble cabeza, habituales en aquel tiempo, se sujetaban en primer lugar en cojinetes sobre las traviesas del ferrocarril. Más tarde, con la introducción de los carriles tipo Vignole, se utilizaron soportes. Éstos ahora se han sustituido prácticamente por completo por sujeciones elásticas de carriles. Utilizando métodos elaborados y el uso de máquinas y equipos de alto desarrollo se lograron avances considerables en la producción en la fábrica y en la instalación y el mantenimiento de carriles de ferrocarril.
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