Los avances tecnológicos han dado lugar a nuevas aplicaciones estructurales y arquitectónicas para el hormigón, además de aportar importantes ventajas en el caso de las construcciones tradicionales con este material. La incorporación de color al hormigón u otros materiales cementíceos, tales como el uso de hormigón coloreado en elementos moldeados in situ, prefabricados, tejas y ornamentos, ha favorecido una mejor integración de las construcciones con el espacio circundante. Como ejemplo de ello se puede mencionar la e-Tower de São Paulo, Brasil, donde las columnas de la base fueron elaboradas con un hormigón de altas prestaciones de color rojo, que alcanzó una resistencia a compresión de 125 MPa [1]. En Japón se pueden encontrar otros ejemplos especiales del hormigón moderno, como los pilares del puente Ritto, realizados con un hormigón autocompactante de color beige [2] o el Kitakyushu River Walk, donde cinco edificios de hormigón combinan un refinado esquema de colores con imaginativas formas irregulares [3]. En España, la Ciudad de la Justicia de Barcelona constituye una aplicación reciente de hormigón autocompactante coloreado (HAC-C), donde las fachadas de hormigón estructural de ocho edificios fueron construidas con HAC-C de colores rojo, amarillo, verde, naranja, marrón, negro y blanco [4], Fig. 1.
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