La valoración de la durabilidad está cobrando cada vez mayor importancia en el diseño de las estructuras de hormigón armado. A la vista de los elevados costes iniciales de las construcciones, hoy en día los promotores y las autoridades exigen vidas útiles notablemente más prolongadas para las estructuras (de 75 a 100 años o incluso más) con unos costes de reparación y del ciclo de vida mínimos. La durabilidad depende, principalmente, de las condiciones de exposición y las propiedades de durabilidad del hormigón, como la corrosión y el ataque de los sulfatos. Algo muy determinante para la prolongación de la vida útil de las construcciones es la producción de un hormigón duradero de alta calidad.
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