Los sistemas de canalización se encuentran entre las instalaciones más críticas dentro de las infraestructuras urbanas. Sirven para recoger y transportar las aguas residuales, tanto industriales como domésticas, y en las zonas urbanas, de vez en cuando, como desagüe para las precipitaciones, y dirigirlas a plantas depuradoras. Una gran parte de los sistemas de aguas residuales, como los desagües de las canalizaciones, pozos, pozos de bombeo y estaciones de bombeo están construidos con hormigón. Dentro de un entorno típico de las canalizaciones, el hormigón sufre en determinadas circunstancias importantes daños que pueden provocar fallos estructurales y funcionales durante la vida útil prevista. En términos generales, alrededor del 60 % de los fallos están relacionados con un diseño estático inadecuado, una construcción o instalación defectuosa, así como con un control y mantenimiento insuficientes. Alrededor del 40 % de los daños están causados por la corrosión debido a los ácidos biogénicos [1]. El 60 % de los fallos mencionado en primer lugar se puede evitar con una planificación de la construcción y un diseño adecuados. Queda el reto de evitar la corrosión del hormigón debido a los ácidos biogénicos.
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